Otra vez en el bosque Mademoiselle. Escucha que los pinos hablan. Susurran al viento franco de la madera. Al viento parco. En el cólumne corso del estío dice, Ser atravesado por ese milagro. Lo que es milagroso.
Cuando es un milagro, un milagro no es eterno, sino que está en constante cambio -como toda avenencia o
movimiento. Pero el milagro es presente, hace presente y se hace. La vuelta de la visión es lo fuerte. Con lo que se ve se sigue
viendo. El aprendiendo abre. Abre un compromiso con los otros, con el ser y con la visión pasada. (La visión es un
haber ido allá y conocer -lo propio, aprendido en la carne, en la pathencia -la latencia o el latido). Comprender es divino. Cuando además se ha
comprendido, se conoce -lo sagrado. Cuando el espíritu danza en lo que vive de
uno u otro modo encuentra lo que se abre, lo que se separa del error, del
sufrimiento, de la confusión, eso es el amor o el fuego.
Todo fuego acompaña su gracia con el aire, el agua y la montaña -pensó Mademoiselle mientra se iba a casa.
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