Barroco-^*

Qpft y el Capitán discuten sobre un altercado que ven en la orilla; y se comentan:

< -El hombre...;
...Que abandone ese instinto de depredador expresado en el instinto de conservación de la vida. Pero que lo abandone como duración, como mutación de la vida: o como bien. O bien como donación, en cierto modo muerte: no muerte mártir sino; exceso, éxitit.
Con nada logra entusiasmo; -no logra, no-entusiasmarse; y se desgana, se pudre. Entusiasmarse mas no lo logra; con nada. O Necesita. -: -Un gran sabueso, un suceso/ un sabueso. Cuando tan grande. Cuando espera de pronto se pregunta qué espera-de nuevo se pregunta, ¿qué espera? ¿Que está esperando!; ¿a mañana!, o pasado, unos días, La semana... Un suceso-.

Sabuesos, son, …¡Capitán!, .> –le dice Qptf. .
Y con el tono entusiasta que lo caracteriza, apasiona , respira Qpft toda la conversación del Capitán que acababa de iniciarse.
Descansa en una frase del Capitán que es como una imagen-nube en la que descansa mil años, o 105 pensamientos en descontrol. Entonces, en un linde del instante del pensamiento ojo, le dice,
-Capitán -reflexiona en silencio sobre el proceso y conxluye en una frase que conserva su magnetismo pese al ruido- :


"Pero una vez constituido y distinguido ese cuerpo en las necesidades que experimenta lo llevan a distinguir y a constituir otros cuerpos. Y tal vez…, si distinguiera de antemano las necesidades; no estaría obligado a distinguir y a constituir cuerpos, cuerpos en las necesidades, conjuntos.
Todo esto me recuerda a los indios Taxiqi, quienes pensaban en sí como en una danza de la que a su paso sólo quedaban las huellas de su paso y el vuelo-: Alo.>."

<Alo que viene de la historia. >>

Anotó Qpft en su libreta, y los pasos del Capitan espejaban en la arena lunar de la orilla igual que los de Qpft a su modo, y serpenteaban en el claro del borde igual que la frase que habían anotado; Qpft y la maravillosa conversación que conversaban aún con el Capitán, y serpenteaba en la orilla, de testigo el espejado silencio del mar lunar espejado por la espuma, que sólo la Orilla regala.