Solo hay un cosmos. El corredor misteriosa desde finlandia

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Otra vez en el bosque Mademoiselle

Otra vez en el bosque Mademoiselle. Escucha que los pinos hablan. Susurran al viento franco de la madera. Al viento parco. En el cólumne corso  del estío dice, Ser atravesado por ese milagro. Lo que es milagroso. Cuando es un milagro, un milagro no es eterno, sino que está en constante cambio -como toda avenencia o movimiento. Pero el milagro es presente, hace presente y se hace. La vuelta de la visión es lo fuerte. Con lo que se ve se sigue viendo. El aprendiendo abre. Abre un compromiso con los otros, con el ser y con la visión pasada. (La visión es un haber ido allá y conocer -lo propio, aprendido en la carne, en la pathencia -la latencia o el latido). Comprender es divino. Cuando además se ha comprendido, se conoce -lo sagrado. Cuando el espíritu danza en lo que vive de uno u otro modo encuentra lo que se abre, lo que se separa del error, del sufrimiento, de la confusión, eso es el amor o el fuego.

Todo fuego acompaña su gracia con el aire, el agua y la montaña -pensó Mademoiselle mientra se iba a casa. 




 

 

Una pluma-pluma

  de pluma de pluma

en su plusta pluma

de pluma

por rumor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Paseo con Isidore

         Contra toda carne mil gusanos

         Contra todo gusano un esqueleto








Entinema sellado 2






"Quién se cree su sinrazón se hace razonable"

Nahuami en la sala red del Emperador Clean

Había oscurecido más temprano que antes.
Dejó caer las luces, y los párpados cansados tocaron el color del omóplato.
Sin vocal ni precinto estalló hacia adentro una mirada. Era el trinar de los vivos que no habían llegado a hablarse.
Era el calor de risas esparcidas en la postergación por la velocidad maquinal del tiempo vacío que los sumía en ocupaciones del silencio. Estreñimiento de lo cansado en la nuca-pelvis.
Estupor y soplo.
Otra vez equilibraba el amor que estallaba mucho antes de que le hubieran podido poner los nombres -asignar categoremas u objetivar esencias- pero siempre preciso.

Estoy cansada de todo. De especular y demás cosas. Ridículo. Como no poder ir a los pinos sin penas. Pero el campo de lo telúrico también tiene montañas.
A veces pienso que con que yo pare el especular no se conforma. Pero que yo pare alcanza.

(En las montañas no hay metáforas hay realmente imprevistos, tiempo.)


Hay cosas como la presencia que dice mucho más que el lenguaje. Y no se puede afirmar la presencia en el lenguaje. Si la presencia no está, nada. Si la presencia llega, en el lenguaje sólo se puede señalarla, mostrarse: y corcel testigo, doncella (el tercero es destino -porque contiene en todo a los tres con todo: el decir, el dar y el ser entre: pero este es un tercero ya sin dialéctica, que puede no contenerlos, es decir los decifra: es su in- distinto).


De pronto puso la vista en Dadmoiselle y no supo que imprevisto callara o goce -en la clara tierra del palco, de la manía. Se estremeció sin la roza y se dio al cor.
Al corazón, la bomba, en la aureoborla. La estrella fer. La que o lux.

carta de la anonimia al licenciado de psiqué

Toda lucha es inútil porque se agota siempre el tiempo de las fuerzas en el reguero de sangre de los campos muertos, o de la voz carraspeada de la garganta sin voz. En la no co-relación. En el combate dialéctico no se puede menos que anular algo consustancial al vínculo, la propia vida o la de la captación precisa de la saña de la dominación. La alteridad, oponente.


Se desganita, se desgasta la propia imagen, en la barruntada de una imposición.


Una hipostasiada no cura sino una aniquilación. O el superhábit de todo débito, y sus deudas.


Enconarse en un acto de justicia en la idea de que se puede revertir a un contrario por demostración de lo justo. La extenuación de advertir en el oponente la propia falencia como opositor, o su mayor fuerza como contrario.


Simplemente fuir en o a caballo o a pie y sin sandalias. Lo que sea. Percibiendo más allá las dimensiones de lo abierto, de lo que vive en su luz sin voz (no yo, sin vos, ni ellos).


En cambio lo justo sólo puede comunicarse en tanto entidad espiritual que es propia, propia de su darse, de su manifestarse en alguna voz (sin respuestas). En algunos de los lenguajes en que se comunica esa entidad espiritual que asiste a algún acto primigenio de ese estar.


Pensó en un momento una imagen que consistía en la alteridad como una figura sentada que asentaba lo dicho en la recepción (absorbente). Es decir que allí la imposibilidad se perpetuaba en lo difícil (en la elevación del problema a una proposición), en el intento imaginado al fracaso, a la soledad, no de otros sino de sí mismo, del actuar o del desear, o del paisaje entrevisto. Y el lenguaje no se trata de eso. El habla es el exponerse de la sustancia espiritual que es allí en el brotar de un texto. El portavoz y el que nombra no es quien dice sino el lenguaje que ya habla (se habla).


Esta figura acumulaba las miserias de todos los locutores en una super bolsa de ego, que inflaba una propia superioridad, la de quien piensa que no está tan lleno de miserias comparables con las escuchadas. Y que en cambio se va reconfortado con la bolsa llena.


¿No sería acaso necesario que quien escucha sea en cambio el más pobre de los seres, el que sólo conoce la entidad espiritual que se comunica en la voz, y que en cambio, no posee ninguna respuesta, ningún nombre que pueda asignar, y mucho menos que señale a las cosas?


Ese analizante, desdoblado en la figura y en el locutor –que es quien consiente la figura-, operaba como un financiador del dolor a sueldo. Como una laxitud de la desdicha que acumulaba el diálogo sin conversación (del versar, del ver; y en el con, del entre) –pero allí el analizante enfrente bajo la idea de que es necesario analizarse y poder pensar sobre lo que nos pasa y sobre quién se es- recuperaba su propia satisfacción de sentirse un eco gestualizador de nadas, de cuentos metafísicos, de automitos, de solipsismos en cuanto a la acción. Las entidades metafísicas que lo valuaban en el concurso de dicha bolsa- el tiempo del psicoanálisis del ser significaban una promisoria continuidad de la miseria en los lazos de la causalidad no metafórica de una historia personificada en un sujeto padecedor (alienante y alienado de nuevos pathos, esos que se construyen sin referencia, sin identitaria mismidad). ¿Pero que clase de razón podría concebir que en un relato descriptivo y naturalista continuado en la fragmentariedad de las horas sin salida pudieran estar las claves para explicar un sentimiento, una congoja o un temor, sus contradicciones, sus decisiones, sus culpajes? Allí imperaba la cacería de los elementos simbólicos y discursivos que flotaban en la emisión, para codificarlos en la función estructurante de la conducta, la personalidad y el disciplinarismo.

Alumbración del ultra playón llegada

Qué vuelvan a hablar la tierra!

(la exclamación del signo en el oh de la tierra (!).)

cuanto encerramos por estar solos -vuélvese un pensar preso.

la soledad es una idea de contiendas de mil temores (a través de sus torres, laberintos, celdículas, esbeltas), de moribundez, de amaneza, de figuras que quieren sus cosas extremas, o espúreas en el no consentimiento, o vergonzantes para las paredes en que lo contengo al yo y al ello. El yo que no puede creer en la palabra, o que no cree en ello. ¿Cómo dar la palabra, si no se cree en ello? Como dar algo que no se tiene, como tal, sorbiendo, en su entidad o causal respecto -de lo que intenta- o nombra -o al nombrar a tientas.

El sobrenado en la palabra.

Pienso en la lagartija de la cola que se hace tan fuerte como el dragón. (La de la leyenda lezamiana, de la leyenda brasilera.)

Silbatina de la entreceja
de la cognición
de la cognvisión
certera o calma -parda, parduzca, precisa en su luxar
en su partición

una cognición que se despliega de sus planos, una visión que así desplegada habla.


Nahuami y Madmuasell aprendiendo a amar el hielo

Nahuami y Madmuasell hablaron de varias cosas entendidas, de entretejidos pensamientos sin rumbo que hincaban varios hechos. En la hilación del tiempo sucedido que entre la visión, la intensidad y lo tensado en sus antítesis desplegaba una elevación de un tiempo que había hastiado y que quería desprenderse.

Ah, cuánto cansaba estar perpetuamente explicándose ante los surcos de un sonido maquinal prefabricado por las técnicas (del lenguaje, de los argumentos, que llamaban contrato a lo extorsivo, o que llamaban amistad a la indiferencia de los llamados sin respuesta). Pues allí toda proximidad encallaba en la muerte que se respira en toda precámara de las cortes donde siempre desfila alguien con condena, algún condenado a una muerte metafórica o material. Resultaba una recurrencia de miradas que se regodeaba en el hecho de identificar lo conclusivo, de una identitaria sensación posesiva de una verdad implícita en una gestualidad, de una creencia omnipresente y viril de propiedad respecto de un saber que contenía tanto una interpretación de lo viviente como de sus modos de actuar y de sus deberes para con el ser en cuanto al presunto bien de habilidades para manejarse en lo social con mayores beneficios, cuerdas de lo aceptable y objetivos logros. De allí se derramaban una serie de concepciones. Se consolidaba una gran voz que graznaba desde una caverna sin cuerpo y que solventaba una manada cuya comunión estaba dada por la significación de un sentido asignado a las sombras. Y aunque se imaginara que las sombras eran una entidad difusa o una masa amorfa, esas sombras tenían rostro, se habían visto en su corpor. Se trataba de una avenencia a interpretar los movimientos de esas sombras y a fundar allí la corporalidad de un sentido. En el parloteo respecto de los movimientos de esas sombras, de sus llegadas, de sus acciones esgrimidas en siluetas de lo actuado, de sus dichos recortados de lo que hilan, se coincidía en la afirmación de varias causas y fines. De ese modo resultaba la convicción de que se tenía y dominaba un existir al que muy pronto se asociaba un cuerpo (pero esta vez, este cuerpo, estaba totalmente despojado de la historia en su extensión y de sus nervios). El arrojo de la certeza respecto del desplegado ser que en sus fragmentos nunca llegaba en su figura a ser más que sombras de los ilimitados despliegues de una vida donde se reducía el tiempo de circunstancias, creencias, acciones y principios al postulado de fines, que muy ligeramente se distanciaban del identitario grupal (o comunal) para marcar una filiación, y no sólo, a la vez un destino, a la vez un derecho, a la vez un sesgo. Cuánto importaba la noción de epojé de los griegos pensó Madmuasell. Y cuán preciosa era también la idea de desprenderse del propio ego en todo intento de comprensión de una situación o un suceso (es decir que el ego no era nada por esos cuerpos -más que un gran fastidio presumido de autoacaparazón y engreimiento). Y cuánta maravilla existía en otros modos de poblar que contenían la idea de una escucha encendida de la diferencia imprevisible y una confianza en el don de la esencia de eso latente que busca el amor en el ser con otros, aún en las distancias de cuando falla, allí cuando dice cosas confusas pero sentidas, o confusas pero en la confusión humildemente sinceras (y tal vez, también guardando las distancias). Se precipitaba Nahuami a creer que en ese error había el latido de algo hermanado o del cuidado de lo que se quiere bien por haber venido al mundo y estar agradecido por ello. Se esperaba una nevada. Y luego de eso los cálidos suspensos del juego y de las pisadas en la nieve.

El miedo y la emulsión para siempre

Nahuami le dijo a Madmoisell: -Madmoisell, Tengo miedo; tengo mucho miedo, mucho miedo. ....Miedo del humano, y sus rumbos; de sus humores; y de lo que es eso, Produce. Todo el tiempo mirando hacia atrás, al pasado. Todo el tiempo -esperando el momento último; el que termina -quien llega.

Nahuami cantó una canción de cuna y se durmieron. Y cuando Madmoisell despertó Nahuami no estaba.
Se acordaba la canción:
People in the bottle.













Nahuami y Madmuaselle en la grulla

Todo un siglo latiendo en su mano -eso vale más que mil palabras, pensó Nahuami. Las co-migas eran las migas reunidas para el alimento. Pero no todo alimento era la hierba o era las mañanas rociando lo que pesa, o el sudor de un muerto por morir que puede más que el cálculo. Una miga que era la sed o el licor: o la miel de abeja -parlando. Por un instante el vacío de a-migas redoblaba una sensación de inmanencia -de algo sido (que nunca había tenido más lugar que su propio cuerpo). Había sentido así una muerte muy próxima, la de un millar de millas de ilusiones y creencias apostadas a la esfera de una amistad -de una amistad que es saberse con otros en el mundo, entre, océanos poblados-, era una muerte de una creencia, esa muerte que desluce los ritmos y la intención de varios dones, de varios panes y de varios vinos en el riel de interpretación que desconoce todo lo que no se le parece y lo reduce al significante de lo enfermo, lo desquiciado, lo ininteligible, o lo no manejado equivocado erróneo o maldito, el hablar de otra lengua resumido en el hablar bárbaro sin razón. (El resumen como un frío esquema). En el tiempo inmediatamente posterior, desde otra esfera muy diversa en la que sí vivía algo creído, creyéndose y creando, leyó en un papel el son del viento mantrando una píldora santa de maravilla nativa-activa: "Deja el cadáver, vibra el cardumen". El corazón volvía a su magnitud y olvidaba que estaba o que se sentía cansado, o que se había dejado herir. Pues las creencias no se dilapidan en la rostridad amenazante de la radical y calculada desconfianza. Descubría que su corazón late profundo pues tiene en el fondo una sonrisa de tenerlo a este corazón (que es una sonrisa en la superficie y en el fondo); y si se le desdibuja o le duele, o se dilata (si se pierde y debate en la condena o la pena de no tenerlo, de perderlo, para siempre o de haberlo). Haberlo sido. Lloraría para siempre como nunca por eso, y con eso y (siempre por y con siguen juntos, se co-llaman).
Pero ya no quería llorar.
Hablaría esa lengua bárbara hasta por los codos y las orejas, hasta las carcajadas dulces de la espuma verdaderamente blanca, verdaderamente llena de marina entidad.
El corazón que tenía Nahuami en la mano era el suyo propio. Y era el del mundo entero en el futuro.

Nahuami, Madmaselle y Ana Hegemología

Al comprender el cansancio del día: en su agenci-punción de imagen -en la escalada de su extensión horaria y su labor en tanto que impresión digital espacialterritoparcialporteña- penetrante de micropartículas de nidos: todos concomitantemente actuantes: es decir:
un cierto flujo general que reacciona según somníferos-imperativos de "pseudo-entelequias", y sus nubledades -que indefinidamente y de modo muy borroso los conscupitaban: y acuciaba a ello: al displacer, a la rabia, a derivadas causas de arrogancia, a vanidades, property's.

Stacy no conocía a Madmuasel, y tampoco Madmuasel a Stacy. ¿Por qué deberían parecerse? Y aún cuando Stacy conciera a Madmoiselle como con Nahuami se conocían, o eran Nahuami y Madmoiselle tan vecinas: tampoco había un parentezco, que les formulara, que podían saber algo del destino o de los hombres, o de en general de los hombres y en partircular de los destinos: en todo caso: o en su fuente. Y que si bien leer podían, no convenía avocarse a interpretar -dado que ahí ya había otra cosa: la conciencia: una razón de una consecusión de unas causas: o de unas procedencias que en el proceso no cambiaban o se contradecían, con alguna teoría de fines. Y si aún se fijara en el cómo: y éste también se interpretara, se quedaría en capilla al querer fijar las faltas de hacer remitir el lenguaje a su verdad. Qué en creer que una teoría de Stacy podía no volverse asimilativa: especulante y por todo esto fantasmagorante en su fetiche parlanto-páltica: del palor del golpe raso: que casca culos de chanchos en el corral. Vale decir, pensó Nahuami -aún cuando Madmoiselle lo formulara, al raciociño en un giño ex-tenue-: que una teoría tal sea de Stacy o Estate o Estan podía tranquilamente instalarse como falsa actuando en su instancia reina: la del legal acuerdo con la ley. La ley en el sentido metaforácio, infundado, no en el sentido del derecho, en el sentido del camino, que realmente se traza. La de una puerta con la ley que no puede francamente ser franqueda pues Satcy, Estan o Estate la impostaron como puerta: al ahí se dice: sí claro, puedo ignorar la puerta, o hablarle: o oropeles ofrecerledarle: pero está ahí la puerta, alguien la puso, para mí.


Ah. Nahuami respiró al sopor pues fabulosamente si bien había pobladores-y-sensacionistas que operaban a la manera de cúmulo: en división de agnofractales embuidos en reactivos devenidos fórmulas: o saberes chatos como si un x esto, tu x este or, entonces luego constituían fortarelas en varias puertas con guardianes; si bien con esto, ningún mundo se reducía a ese tubo compresor. De encadenantes: de interpretaciones.


Nahuami se dijo: cuando una idea tiene un sentido se concibe una idea útil: o necesaria: o una idea con un sentido y con un valor: por ejemplo moral, o por ejemplo etíco: del ethos, de la noción: la casa: la morada del vínculo: de la creencia: del sentido; es decir, que en esta ética: llamada también ethos por las costumbres, y el saber comprendido que esto implica, por lo menos de una superficie de temor, que lo encausa. Así -tal vez- las Ideas de lo justo: o el amor: o lo bueno: una idea, por ejemplo de un bien, o de una superficie, y otra de un mal o de un mal menor: o de una herida y una cúspide, o de un amigo y de una revelación, al menos una Idea. Entonces luego es una Idea que se tiene, que se conoce: pues, porque se ha vivido un sentido que una intensidad de esa idea encarna: es sentido; y hay que partir de que no hemos vivido sólo: (y solos ni esta una inextensa e insignificante existencia: que es más que incierta: porque atañe a Todo lo que sí hemos vivido: y esto es por lo menos la vida de una o dos ancianidades en la generación. Y es que este proceso "generativo" que no vislumbramos: nos contempla como nido, y especie, y raza. Y es que todo esto no es ni incisivo ni preciso: pero lo que Nhahu-ahmi devino, es la ocurrencia de que una idea que tiene algún tipo de carencia, pero eso por ser una Idea: y no un fragmento poético: en lo poético un enigma o una pura entelequia, o una sin-razón o una muralla, o una canción de iglesia: una o más líneas de poesía : que los parlantes o las tribus no digan: o invente: pues en el mundo tal vez todos reirían.


Respiró todo el bañado de la parte oeste y aprendió de la fuerza antes de seguir su corazón.

Pero antes: mucho antes y en simultáneo escuchó en otra pradera en las palabras de Lis:

Ah, "la maravillosa poesía de Now-a-Ming"! sin palabras pensó Madmoisel: muralla conceptual para la muralla: risa: que se brinca sola, o que llama a brincarse, sin modelos de interpretación que abrochan lo interpretado -o que de éste no agregan ni pueden decir nada, o , que se sostienen bajo una carta o credencial, emitida en tickettek during office hours frente a la sobremanera ultrafergunson literatura que navega vías, en la hermesética entre otras waves!

merci à tous!
whishkys!


Esa misma tarde escuchó un poema que alguien recitaba en la arena: dode claramente oyó:

<scupitar-->Ana. hegemologia-->>>: provenía de algo así como una asociación -o sirena- que le daba risa, y que no le endulzaba los oídos porque tenía en la pluma a un corazón de un ave que latía para siempre en su mano y en la dil siglo XVI... Y lo anotó tal cual lo había oído en su libreta.

Los dos Hígados

Trato de escribir un trabajo sobre el futuro y la agenda del día del mercado para fijar y fechar y fichar (instrucciones o fórmulas) también de lo prohibido.

(Si no hubiera luz podría pensarse. Pero resulta que no pasa. Estoy acá en la ciudad enrecerrada, "comunicada", y se "comunican".)

Entonces me pregunto:

(cuando de arte se trata:):

¿Es acaso el arte algo que está entre -en el atravesar a medio entre texne y arché; es decir en algún lado las significa un ámbar que las conduce a otro lado, a ese ambas en un otro? Se experimenta con la técnica o se experimenta con su lenguaje?

¿Es la tecnología un lenguaje? ¿O más bien está la técnica en el lenguaje? ¿O en realidad nos falta?

¿Es el lenguaje una tecnología de fuerza? ¿O es el código un soporte del lenguaje?

¿En qué sentido no? ¿En qué sentido sí?

¿El hombre ha destruido la idea de mundo? ¿Y ha destruido la idea de Naturaleza? Pues esa es casi, su obviedad, y el desde luego. Y necesita su propia idea: una idea acaso de cosmos compartido. Una idea de lo ininteligible, de la masa, o de la luz-opacidad de la que si se quiere materia (no individuada).

Tal vez le haya costado años levantar su propia mirada desde el piso al cielo –o al no-rededor, o levantar la vista, el mirar.

Se ha creído siempre que el lenguaje deformaba “lo real” o la cosa: o el hecho o el relato o su percepción. Todos términos de una vaguedad de la cosa. Pues no existe la cosa. No existe el en sí relatable del relato pues no existe un relato en sí. La necesidad del relato es la necesidad del encuentro, lo otro y lo mismo, lo propio y lo ya no-sido (pues no siendo, y tal vez por ser). Y esta es la cosa. Y si se relatara más en la calma. No en la presencia de la causa del relato (así mal entendida la cosa), o de su en sí. Sino de las cosas del relato, de lo narrable, lo decible, (y tal vez lo no querido, o lo que sí) de lo visto (lo vivido) sea objetivo o no. Con la salvedad de las cosas. Lo temido. Lo respirado. Lo llorado-añorado lastimosamente lácrimando en el tiempo que teme un duelo muy próximo –por venir inminente-, una interrupción repentina –o verdaderamente temiendo-, un corte de vínculo en la solve (sea que se respira con otros) en el hálito de la respiración que es la vida: de un cuerpo que siente desde el membranal del más de sí.

Pero se cree. Y se nos ha venido diciendo. Hasta que se ha creído. Que los relatos no sirven. Que el discurso discursivo es igual a la razón del discurso. Y que todo discurso tiene una razón. Y que la razón es la que perdura o no muta, y así ya no debe decirse –pues siempre, se nos ha dicho, una razón oculta otra razón. Que por eso siempre que hablamos se está siendo dialéctico (o en su defecto un defecto, o ininteligible, o en todo caso sin textualidad, y sin más, un dicho: una declamación). O conclusivos: que exponemos una idea o un hecho, objetivo de la cosa: o que la tenemos y debemos decirla, que así todo lo que decimos es lo que pensamos, es decir nuestra idea. Y que eso argumenta, o prueba, o concluye. Que la razón es la antípoda de la pena (o su justicia). Lo que tal vez es peor. Se nos ha negado, la posibilidad de la palabra, del lenguaje (su ser poema, idea, palabra justa, o imprecisa, un estado de un hecho –de lenguaje: conversarla, soplarla, balbucirla: es decir saber de sus (in)sabores, sus frutillas, buscarla desprenderla de los tintes, o de algún alvéolo, o de la injusticia. (Redención de las voces.)

Conversalia, soplido, balbucido.

Que el lenguaje es la causa (o también que es la lengua), nos han dicho. Y, pues si es cierto…

Porque esta es otra cosa que se nos había antes dicho: que hay y existe una idea de lo justo, en la justicia. Y luego, que la justicia es inmoral y siempre injusta: porque la que es injusta es nuestra lengua -su realidad, lo que argumenta -porque la lengua es imprecisa, o es injusta -pues hace la ley la diferencia, y en su nombre, hace más. -Y que es por eso, que imprecisa su verdad no es cierta, -o es incierto- o incierta es la lengua misma o la verdad que se precisa. Viene la Ley -como el advenimiento de una forma que no caduca, o la tecnología que se convierte en ley. Y todos los discursos volviéndose membranas, sobre todo aquello que no se quiere volver. Ley ya escrita en otra lengua -en la que hablan las pieles de los lagartos -anfibiola, no voraz. Y que por el hecho de no leer la “ley” en el sentido -y sí en el nombre: el lenguaje (que ahora ya sabemos es –evidente- un incierto -en cierto punto -en el desierto de la cosa, en el sentido) no puede sino ser injusto y opresivo el Oprimir. Entonces lo mejor es no hablar más el lenguaje. Y hablar solo -la Otra Lengua. Hablar claramente la lengua. Cada hablar, de cada lengua un lenguaje, hágala suya la lengua -propia- es así como precisa la lengua que sea posible -habla. Una lengua entre la lengua con uno o con más de uno hablar cada vez –cuando se hablara ya sólo con un ojo entrecerrado, y la presencia y la mirada y el ser, los ojos-labios que hablan (y ya no casi una lengua conocida), que por (in)certeza –o incertidumbre- es el lenguaje o la lengua más propia, ya no más en deuda, ya no más en deuda: no esperando si al llegar llega alguien, sino al llegar que no llega, ese que es la llegada, que no espera -que es la semilla, la presencia en el maíz .

Verbo en noche que aullan gatos




Como la idea de que lo que creo

que le ha pertenecido al mal no lo puedo pensar, o le pertenece a un pensamiento, a una intelectualidad o a un sistema (interno intelectivo): no se puede comprobar y es del orden del abismo mental, o de la locura -no se crea; (o la extrema racionalidad, la ceguera); como si lo que se pensara en cambio no le pertenece a nadie y le pertenece al mundo; como si hubiera una interelección que no piensa sola: que es sistema: o razón relacional, que sin pronunciar se pregunta.

Porque no estamos solos: porque la idea tiene una idea: o el lenguaje tiene una idea, como la tiene su teatro, como la tiene un microscopio, y su cena.

(pero la gente parece censurar y hasta incluso condenar en las ciudades del mundo con visor; lo que trabaja por su propia razón, y por ninguna razón: que es el mundo (por ninguna razón imperativa o de regla; pero con creencias que contagian pero que no carcomentristecen no enferman).

(del lenguaje, el espíritu.)

cómo enfrentar la muerte es un movimiento que necesita el mundo

(que necesita preguntarlo)

-y lo que entiendo por mundo en este caso es la cultura: la humanidad y su hombre, pero a su vez la aldea, la signación el endsistema que nos contiene en la interioridad instantánea de la precisa muerte cerebral de ese sistema –o su estrella.

rotor muy muy muy sensible, vibratorial y volátil : como no estaba: es decir, lo que aferraba y retenía de algún modo se desprendió, se había ido, se subió a la piel. Claramente. Y realmente fue una inmersión en un flujo rotor de imanes: una inmersión como si fuera en este huevo de menta que arriba: me voy ahora











BONVOLINOBOVINO en las nubes de encuentro.En la antigua Atenas existió Platón, Hoffmann en Königsberg und Klein y un pompón copo de encuentro.Un hades










BOMBOLINOBOVINO habla de entelequias,

de circureles

de ir no ir

el agotador suspense de escuchar lo que otros piensan

de las brevedades

de ausencias

de dar testimonio, de actuarlo;

actuar en consecuencia –estar acá: no preguntar: ser ventrílocuo, darle el hombro a entelequia

No hay corazón hay irrigo-

hay toda la playa.

BOMBOLINOBOVINO habla con un ASTRO ULTRALUNADO de la MÁSMATERIA que le dice

hay un dibujo tan, tan bello

hay un último átomo de materia

que por visión

y por más cosas

a bases de zonas

cuerdas y bandas

y bandas y cuerdas más finas

una especie de corazón circulante

trae ante y deja atrás.

BOMBOLINOBOVINO no entiende nada

Y dice: no entiendo nada: y dice palabras como es raro: o no sabés lo que me pasó: a mí: dice cosas o se confiesa.

Oh, qué tonta es BOMBOLINOBOVINO cuando habla con Platón, o con el Ellor Ellado, en la entelequia de la materia o el andar, o la siesta: en la noche callada del desierto que se viene a brincar en varias bandas –de jazz, de zombies, de lordecillos y sirenaes, de más más cosas, que se elijan en el buen error.

¿Cuál voz?

¿Cuál cual voz, qué voces?

Pero entonces…

Osea

Si…

Tal vez

¿Y tal persona?

Compulsión extraña que me aprisiona -y me imanta hacia una entidad soliloqua isolada o histriónica

que se inicia al hablar desde que habla sola o se tira

la peste –por algún hado-

–el Sir. Señor auto-ma(n)ton.

En cuánto al manto,

reír en silencio: reír lo más tarde: en silencio. Cuál es el problema.

No acusar. No acusar recibo, no acusar enfermedades, no acusar testigos

Acaso la pregunta era por Dios.

Algo sagrado, algo que sobrevivirá de algún modo y en cualquier caso a todo hecho.

No podía ser así el mundo en sui conciencia –se dijo sin entender nada BONBOLINOBOVINO.

Y yo teniendo un diálogo con ella, como intermediario directo entre mi pensamiento y yo.

El diálogo de horas.

Una muerte paranatural y por milagro, que devenía en otro tramo de visión: en una vida sin un centro, sin un operador ni una concurrencia o un núcleo, que transcurría por milésimas intra milesimales en un incalculable cosmos que revertía cualquier culpa, en una fulguración estrellada, que encontraba sus ocasiones para ser.

Cofundante

cotratante

coparlante

penetrante

intimante

estripidente

estrepicente

















Nahuami Y Mademoiselle en una pequeña porción de metal exponen un deseo que lanzan a la fuente






Nahuami confundió sus setas con las de Madmoizell e interrumpió el éxodo.
Se limitó a ensayar una no-respuesta pero no pudo dejar de mirar el agujero azul que había abierto en la pared: era azul en negro: un negro transparente que propiamente no se imantaba como "agujero": sino en un sentido como propulsión de una cadena de hechos: o interpretaciones. Posibles. Por venir. Al fin de cuentas una correspondida emisión de juicios, que tendría el alcance de las ondas y los radios, que el "autor" -en este caso: autor del predicado, el predicante, y dictamen: juez (en el mismo tiempo y persona) y veredictante competente sobre una vida con su lor: tal vez la de Nahuami- seleccionara para su emisión como círculo: o pretendiera alcanzar con su influjo de onda y de radiofrecuenciaatributopredical: o radiochisme -según lo intenso.
No eran otra cosa, en concreto, que el horror. ¡La desgracia! La piltrafa espiritual humana consustanciada con el juicio. Y con el Cristos Redentor. El referente. Y más tarde el referí insultado, o sobornado o sucio: claramente empuntanopantanado. Y luego la semejanza trazada en torno a una colección de "historia personal" más que nada zurcida en la oreja que trama de oído (pues lo imagina: no hay trazo ni mancha en esto) un escenario a la vez farsesco a la vez de comedia: también de gala en la gran Operà: todo eso lo arma con lo escuchado-imaginado (pre-juicio): que ya se pone a actuar en escenarios en ultra producción que hoy los medios tecnológicos "permiten". A los juegospase .

(Porque con esa lógica del claramente y del estilo: lo que se pone en marcha y en adversión: es el juego permanente del chantaje de lo Mismo: es poner en la forma un signo: un signo puramente distintivo pero al mismo tiempo único: consignado exacto: como ese signo: al que debe referirse y corresponder cualquier persona que quisiera escribir un cualquier vocablo: como pez: por ejemplo: y ni qué hablar la proliferación de los vocablos: y las suspicacias (experiencias o asperezas del estilo: que puede: con sus secretas suspicacias).
QUé malintención.
Oh., ¡Qué farsa! No es Napoleón, es monsier L'Apach entrando por Delgado o Valencia. Y tal vez ni siquiera juega -cuando no de cuatro, de cinco, siete, ocho, es seis, seis o nueve.

Como sea da igual pensó Madmoiselle. Desemantizaba o desmatizaba en un constante parpadear -del pecho solar, con su riesgo- con la risa. Si aquéllo no puede comprender la risa: y no puede encontrar amor y obrarlo, y no puede comprender el querer bien, ni recibirlos: pues ese no es mi riego: y qué puedo hacer qué no haga, y qué no es lo mismo, y qué si al no recibir predica o prega, o pregona, sabrán no recibir sus pregonadas quienes sí puedan comprender, y antes de dar ser el don, ellos mismos. Elloi.
La risa: sonrió Madmoisell.
Pensó que si habría un sentido: y que tal vez en un sentido se confundía: no tal vez por "ser en sí mismo" confuso: o por ser confuso en sí: o por presentarse: sino tal vez porque la interpretación del hecho -es decir: no recibirlo: (tener la incapacidad para recibir la emisión o el cristal): lo convertía de transparente a opaco y le daba opacidades, que hasta incluso daban la ilusión de hacer ver unas formas, la impresión de que eran reales ventanas, y de que como en una videoproyección estaba asistiendo, a toda una vida de veladas, o a lo menos a unas, que en la vistada, se veían desde allí claramente o reflejaban, unas figurillas, que eran la propia Mademoiselle y Nahuami, vertiendo unas monedas en la fuente, o jugando escondidas que despreocupadas, se ponían a balbucear entre los vidrios, intra la transparencia, y más sorprendente que el interpretador de la ventana -el "interlocutor" del vidrio-, creía que en su ilusión interpretativa llegaba a escuchar, y hasta adivinaba, y creer también estar seguro de qué deseos se enjuagaban en la fuente, y reposaban un baño llevando eso que sin saberlo, Nahuami y Mademoiselle a su moneda cada una habían imantado.













Mademoisell y la lluva y la epístola y Nahuami

¿





He venido sobreviviendo hasta acá?

¿He venido trascurzando las vidrieras y los callejontes?
¿He venido especulando en redondo por torbellinos profundos que sólo a mí me pertenecen?

es bueno saber escuchar es bueno poder escuchar. ahora que dice tanto, me pregunto si yo puedo. recuerdo. o miro el cuerpo andado, o trato. hoy al mediodía me desperté llorando.

Tengo algo en el pasado que no lo puedo desandar a veces: o en realidad no lo desando al andar, como sabe: pero estoy cabalgando hacia atrás y ya lo tengo.
Es Gob en eso quien gobierna.
Los cinco, los cuartos. Ha sido un gusto de dulce golosina y delicia entera viajar en el micro relato, el relato por los campos descalza, con usted hermosa amiga. alegría encontrarla.


ultimamente siente que algo le hace daño, que la frena: y que al pesar lo barrunta, y atesta, y arremete en confianza, barrena, y que ya está cansada -es suficiente- de esa fuerza que se repele y retiene -en su frontera -por una especie de pasaporte o de papelucho o se bandea o reclama -que le falte. (cuánto democles cuánta guillotine cuánto: oh ,malpensamiento o equivocado









Nahuami y Mademoiselle en el orden de las ultra-cosas:


En un chinchin de narices, brindan por el ultra wishky!!!

<sí, sí>>, se dicen al desierto.

Al telecontacto pronto en o con paroles minicelulares, macroexcapsulares, exofácticas, de la comunicación telefonil, al llamado de Jameson! (llamensongs)

y la preciosapoesíatecno-encuentro, que convocan, la llaman qué sea bien palpitante palpitación, bien la carne parlada de encuentro (sin leyes, sin condenas, sin predicciones, sin juicios (fija-pisos): sin (prenombres) nombres únicos con bastas procedencias); sin embargo los adns inversos en mandalas, brillantes esperantos, imperceptibles vibratos, por la ex-tación (radiosincentro-estesia, imaginal-estesia, cantinela, deseante, vivible, en rondas y bailable), bien qué sea una entelequia preciosa y desarmable, al soplo y al soplido, bien que sea un almuerzo interminable bien la última cena))). Y basta de vanguardias: según la vaca aurora. Que retrocedan, señoras e involuciones, amos y señores. Chicharrones y chinchus en riesgos de vertientes -vientos y ríos, y cardíacos vagidos. A la retaguardia los rastreros: a robar al gran telos. Basta de apocalipsis según el fin del Libro y el advenimiento de otra cosa que el viento: la gran computadora, enterprise, nodriza ave. Más vale una nave a vela, sin amos que se críen, más vale el croar al ras, o el crin sin la cabeza del tornado, sin lo universal en el mercado (o en entre puesto y puesto se monte una otra tienda, la puerta hacia otro valle, en el que no haya estado, no se vean los bañados, los ranchos, y las leñas), al silbido el zorro, al diálogo el perro, un encuentro en un cruce, una esquina en el pueblo, allí en las barracas allí en los subsuelos. Cantejones de pérformances, pelucas halagueñas.

Conciertos y barajas de todo el mundo craso, cinético, y embebiendo coñac.

Añejo sin lo viejo, no se busca lo nuevo, sino luz del huevo, que se hace flor y cruz.

Salud!


Brindaron y brindaron el encuentro de la no-lengua (no-guerra) en el desierto entre turbantes y gorras abisales. Entre lenguas, la risa y el chinchin nariz (que era un rito del desierto).








venir de un tiempo




¿Qué es lo que un cuerpo cree?

¿Qué es lo que cree el corazón?

¿Qué es adónde se avecina, o se lanza, o que espera?

y cuando digo corazón digo sensación-cabeza en su simultáneo (que es memoria, que es cultural, que es condiciones, pero en su exceso: su ahora; que es lo que sea que atraviese a una inmanencia -que nunca puede o debe pensarse sola: a menos que se crea “la conciencia”, de una voz, sea una ley o una causa, comprobable, sea o no por la ciencia, en todos casos prescriptiva). Digo una esfera cognoscitivo-perceptiva, en que se cree -algo que es más precioso -de ese antes en que pudiera actuar la voz al repetirse –es decir, no el “pedir de la palabra”: el ser de la justificación -sobre los modos –que en todo caso, viene luego: pero es falso que sea necesariamente su existir o que lo niegue; esfera en la que no aún entonces, tributar todo a la “razón dialéctica” –con su maldito demonio: que no es el de la analogía sino el de la “sin razón”, al que “exorciza”, en funerales y en condenas-, que nunca se sabe qué clase de argumentos son acaso que maneja, o que prorroga, pero que en todo caso antes merecen que sea dado el tiempo de pensarse –que es también el tiempo del cómo del decir-, y además merecen el dolor de experimentarse, o de hablarse con otros: verse).

Y si de pronto Un Cuerpo cree, tiene –en cambio- que convencer a un Texto

que se despliega bajo la forma ya sea de un sin vocero, ya sea de un portavoz: pero encarna, en una persona o inmaterialmente (en forma de un ideal –que se resuelve absoluto). Y esa forma de “la conciencia colectiva” -en su sentido común tan solo-, o la pseudoesfera parlante que nos atraviesa: en cada uno y en las ropas que puestas, llevamos como un todo que lleva sus ropas, en lo que más o menos concuerda.

(Entonces, yo, pienso -que perdió el tiempo, y que ya es tarde, que ayer lo tuviese que haber vivido, o que nunca, y que, las condiciones y que las materias, no son transformables, en otras. El existir del Yo en su conciencia: la interpretancia: la significación y el sino: de la que sólo se puede salir con lo poético.)

Lo que sería y si de pronto Un Cuerpo cree, y un cuerpo que ya no es ese cuerpo; sino que es siendo con otros, no en una emisión más determinada que en otra, sino en lo que cree. Y ese cuerpo es más que un número -es una composición de circureles, y de adenismas, y de estrofoides en percepciones -que se transforman: que no conforman un cuerpo -llámense amigoas de lo impercepto o los reales; llámense en-amor-ando y en-amor-anda: las distancias; llámense amigoas imperceptivos y afectivas estelares etereoleadas, o terapeutos, llámense como se llame un cuerpo, que en su condición de nombre propio no se cristalice, no se calcifique y se destruya o multiplique, tal vez nunca pronunciado pero continuas veces bautizante en continuados bautismos que no dan nombre ni regalos (adjetivos) sino que se celebran haber nacido, a su nacimiento (su don: su darse).

Es decir, increar un cuerpo: que así como deviene, tenga nuestras formas: y que tal vez no envejezca, y que sobreviva a ambos. Yo y el número. Yo y la (razón). Yo y mi (mismo).

Pero también pienso que si sólo se trata de “gustarle” a un cuerpo, frente a la posesión tal vez entonces siempre habrá que darle lo que “quiere”, pues de lo contrario dejaremos de “gustarle”, y entonces, habrá que aceptar que los que tengan “relaciones de fuerza” desfavorables entre ellos serán por este medio sometidos. Útil figura de los desprotegidos, pues entonces necesitan un protector, quien distribuya panes.

Pero por suerte hay un altloncuerpo que en el increando cree, y aunque no le quede más que un cuerpo, le queda más pues todavía, estará con el continente, y con sus otros, su pasado y otras tierras -otras ciudadanías -sus costumbres -donde habrá algún alimento -el sol, tal vez las estrellas, las casas -todos los alrededores (con sus luces) de lo que fue y lo que cree, el que cree por fuera –también (atravesando) el pensar.








pasa el huracán




pasa el huracán, el tornado, o un viento

como si no creyera nada; pero no sin creer nada

porque si no, nadaría como espectro

no nada el cuerpo

se alada: vuela

mas nada, no mira al irse

o mira una visión concentrada en el ascenso

que descansa

o lo mira todo

en un gesto

un rictus

un ixtus sin mirada

pez

en el agua

que vuelve a su vez, su desierto

a su río (superficie en la que nace, cree)

hacia el aire -en el fuego insustancial

en el rojo

del borde de los ojos -la boca sin habla que canta

en el todo sin voz o con una voz inmaterial conocida

-en esta atmósfera, para izarse lejos

la tierra

que retorna a sí

para ser sangre

una última vez en las comisuras de los ojos

la esclerótica es roja, se ha cerrado para siempre la córnea

o se abrirá en el puro negro

y en los colores que

descansa

palpitando a su vez en los corazones

por lo menos así en el mío

que ya es con alguien

otros













selva I: la galaxia entera ríe

La galaxia entera ríe

es la divinidad

que está y nos mira

y le confirma que el mundo es más es vida –hace apenas un minuto antes aparecía como absoluta la conciencia

que consume

por haberlo consumido, ya no ser nada más acá de otras conciencia -a la que le habla sola.






No son más que vestigios de unas voces idas, en realidad el diálogo con ellas es

(un detonador revelado, echado a andar al final de la imagen y en cada imagen movimiento un virus, que corroe de inmediato la materia; se trata de algo blando como un mercurial fotisma que se deshace en un chorreo -termita logiciel- hacia un embudo, por el que cuela poco a poco el marco -y hasta aspirarlo en el vacío negro- todo).

pero luego antes de la divinidad la vida,

la galaxia ríe

palpita nueva

pues es la gracia, la galaxia entera, es el alivio, no es sólo la muerte, no hay conciencia que la piense o Piensa